Ana Sanjuán — Blog

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Emociones y pensamientos para el bienestar emocional y mental

Emociones

Ante cualquier situación o estímulo (interno o externo) podemos sentir una emoción con mayor o menor intensidad. Y cuando estamos experimentando esa emoción, de alguna manera la valoramos de manera cognitiva, es decir, pensamos algo sobre esa situación y la emoción que nos ha provocado.

Pero también pasa al revés. Con mi forma de pensar, de interpretar la realidad y lo que me sucede, puedo generar determinadas emociones. Y la combinación emoción-pensamiento determina cómo me comporto e influye en mi estado de ánimo.

Por lo tanto, si quiero mejorar mi realidad, tomar mejores decisiones y levantar mi estado de ánimo, tengo que ser un experto en la gestión de esa relación.

No es fácil, influye mucho la situación, la intensidad de la emoción y las creencias que he ido construyendo con experiencias pasadas similares.

La buena noticia es que lo puedo entrenar, puedo aprender a manejar esa relación.

Es un trabajo complejo y que requiere tiempo, pero una sencilla manera de empezar es abordar la conciencia emocional. Lo primero que tengo que hacer es mejorarla, aprender a identificar qué es lo que estoy sintiendo (aprender a escuchar al cuerpo es de gran utilidad aquí) y ponerle un nombre. Porque no es lo mismo si siento enfado, frustración o decepción. Para poder diferenciarlo necesito manejar un buen vocabulario emocional.

Por otro lado, tengo que preguntarme qué pienso cuándo me siento así en una situación determinada. Si mi jefe me hace una crítica y me enfado puede que piense (aunque no sea del todo consciente) que no me valora y que nunca reconoce mi trabajo. Y eso va a condicionar mi respuesta.

Ante un ejemplo como este, lo que solemos hacer es luchar contra la emoción, trabajar para no enfadarnos. Esto es complicado porque la emoción es la que es, y está ahí por algo. Es más útil experimentar la emoción y tratar de cambiar la forma de valorarla. Si mi jefe me hace una crítica y me enfado puedo pensar, por ejemplo, “¿qué es lo que no está viendo de mi trabajo para valorarlo así?». La situación es la misma, la emoción, también, pero eligiendo otra forma de pensar, no me enfado más y probablemente mi respuesta sea diferente.

Dejar de luchar contra la emoción y aprender a gestionarla mejor junto con el pensamiento, nos dará un resultado más positivo.