Las emociones no se pueden evitar. No puedo evitar sentir tristeza ante una pérdida, pero podemos manejar es el pensamiento y el comportamiento que va asociado a la emoción.
Son reacciones involuntarias. Se producen de manera automática e inconsciente.
Son subjetivas. Todos tenemos emociones, lo que es diferente es la situación o persona hacia la que sentimos las emociones. A mí me dan miedo los perros y a Juan volar en avión.
Se producen como respuesta a estímulos externos e internos. Me siento alegre porque me han dado una buena noticia o porque recuerdo una situación agradable
Pueden ser muy intensas. Las desagradables son más intensas, frecuentes y duraderas que las agradables.
Duran poco. Son breves y pasajeras, una media de 90 segundos. Lo que perdura más en el tiempo es el sentimiento.
Siempre van acompañadas de sensaciones corporales, que nos ayudan a identificarlas, y de pensamientos, que son la valoración que hacemos de la emoción. En función de ellos se produce la acción, el comportamiento.
Son necesarias para la supervivencia. Sin emociones no podríamos sobrevivir. Todas tienen una “intención positiva”, nos proporcionan información sobre una situación. Siento miedo ante un peligro para que me proteja.
Todas las emociones son fácilmente contagiosas. Sobre todo las desagradables. Un ejercicio sencillo que nos ayuda a tomar conciencia de nuestras emociones es preguntarme de vez en cuando qué estoy contagiando a nivel emocional y qué estoy dejando que me contagien.
Emoción quiere decir “movimiento hacia”. Las emociones nos llevan a acercarnos o a huir de la persona o situación que genera en mí dicha emoción.
Conocer las características de las emociones me ayuda a identificarlas mejor y eso me facilita a su vez poder hacer una buena gestión emocional, lo que resulta fundamental para mi bienestar emocional y para la consecución de mis objetivos.